Lo primero que me regalaste fueron calabazas, y guarde con cuidado sus semillas.
Después, me diste albaricoques y esperanza. Y también los guarde.
A lo largo del camino hubo muchos limones, que también he conservado.
Lo último que me diste fueron los palos, con los que empecé a construir las vallas de mi huerto.
Allí he cultivado calabazas, albaricoqueros y limoneros.
Lo último que plantaré serán ciruelos, al pie de los cuales dejaré tus cenizas como un día te prometí.